En los centros de investigación se debate acerca del para qué se investiga. Existe un consenso en que este proceso se hace para solucionar problemas desde un sujeto separado del objeto de investigación que le da una supuesta objetividad. Tal proceso se derrumba al ser analizado en el marco de la lucha de clases, ya que desde allí se plantea, no solo el para qué se investiga, sino para quién se investiga. Entender la organización social desde las contradicciones de clase, permite identificar que las instituciones que funcionan como entes de investigación, como las Universidades, no están para resolver las relaciones sociales de explotación capitalistas, sino para mantenerlas y profundizarlas. 

 

Para esto, estas instituciones se dotan de investigadores, que, aún siendo obreros del conocimiento, desprecian su clase y se colocan al servicio de la burguesía, a través de su aparato burocrático y tecnocrático. Con estas pomposas cajas de pensamiento, abruman al pueblo trabajador, con sus pensum y retórica complicada, que enredan y fetichizan la realidad. 

 

Así, la investigación le sirve a las clases dominantes y a su Estado, para legitimar su modo de producir y alienar al pueblo trabajador. Por ello destinan grandes recursos, tanto financieros como humanos, en los procesos de investigación que ellos requieren para seguir afianzando su hegemonía, protegiendo sus privilegios de clase a la vez que precarizan la vida de la clase trabajadora.